Educar
la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto, dijo Aristóteles,
resaltando la importancia de los valores en la educación. Una vida centrada en
valores es una vida llena de virtudes, algunas de las cuales son necesarias
para superar los momentos difíciles de nuestra presencia terrenal.
Al
terminar el año 2020 muchos lo calificaremos como un año perdido, como el peor
año de nuestras vidas o como un año para olvidar, entre algunas descripciones que
ya se escuchan cuando se acerca la navidad. Lo cierto es que ha sido un año
diferente, que nos ha puesto a prueba en todas las áreas de nuestra existencia
y nos ha transformado la vida, para bien o para mal.
El
país ha sufrido varias crisis simultáneamente: la sanitaria, la económica, la
política, la social y más recientemente las naturales, con efectos indirectos
de dos huracanes seguidos en cuestión de semanas. Todo esto nos llevó al
confinamiento, a la paralización de múltiples actividades económicas, al mayor
endeudamiento del país, a la confrontación entre sectores de la economía y el
gobierno, a la destrucción de parte de la infraestructura de transporte y tiene
nuestra economía al borde de la quiebra. Seguimos sin encontrar las propuestas
apropiadas para resolver la situación porque cada uno quiere que se curen los
males sin ser parte de la medicina.
La
solución es simple, debemos ajustar el gasto a lo que producimos. Recetas hay
muchas, pero es el momento en que todas las partes debemos ceder un poco o
perdemos todos. Como diría Aristóteles nos ha faltado virtud, entendida esta
como el justo medio entre el exceso y la carencia. Aplicado en términos
prácticos todos sabemos cuándo estamos disfrutando de beneficios exagerados que
ya no se pueden pagar y también quienes pueden aportar algo más.
Como
pueblo debemos ayudarnos unos a otros con lo que esté a nuestro alcance, no
podemos ayudar a todos, pero si podemos ayudar a alguien y hacer la diferencia
para esa persona y su familia.
Sin embargo, para poder ayudar a otros el primer paso está en
ayudarnos a nosotros mismos. Las instrucciones en un avión cuándo caen las
mascarillas son: póngasela usted primero y luego ayude a los demás.
Para
superar cualquier situación difícil debemos estar fuertes física, mental y
espiritualmente y trabajar primero, esas áreas,en nosotros mismos como un
hábito diario. Sólo entonces, podremos ayudar a los demás.
Virtudes
hay muchas, Aristóteles planteó todo un decálogo de ellas para vivir y obrar
bien. El filósofo veía las virtudes como rasgos de carácter y tendencias para
actuar de una forma particular, que debemos convertir en hábitos para vivir
mejor. Estos hábitos deben ser deliberados e implementados conscientemente.
Cuando
un pueblo mayoritariamente hace uso de las mismas virtudes, estas se convierten
en su idiosincrasia, siendo parte de la idiosincrasia histórica del
costarricense la amabilidad y la solidaridad, por ejemplo. Sin embargo, ante un
coctel de crisis como las que estamos enfrentando
los líderes
de las empresas, las comunidades y las familias deben echar mano de 4 virtudes relevantes: Resiliencia, Ecuanimidad, Solidaridad y Gratitud.
La
Resiliencia es la capacidad de hacer
frente a las adversidades de la vida, transformando el dolor en fuerza motora para
superarse y salir fortalecido de ellas. Tener resiliencia equivale a tener las
pilas cargadas para enfrentar el reto. Es relevante aprender a no desperdiciar
energía y saber como reponer efectivamente la energía que usas. Estar enfocado
en lo relevante y en lo que podemos resolver es primordial, para ello la
ecuanimidad es un aliado poderoso.
La
Ecuanimidad es la capacidad de
mantenerse sereno ante la adversidad, es un estado de estabilidad y compostura
ante experiencias y emociones difíciles que pueden causar el desequilibrio de
la mente. Para mejorar nuestra ecuanimidad debemos aprender a respirar
diafragmáticamente, apartarnos para meditar, estar en el presente y sobre todo
dominar nuestro diálogo interno para pensar con objetividad y calma.
La
Gratitud nos ayuda a mantener la
ecuanimidad. Encontrar un motivo para dar gracias aún en medio de la tempestad,
es la fortaleza de ser consciente de que hay algo positivo en todo lo que nos
sucede. Gratitud es un sentimiento y actitud de reconocimiento de todo aquello
recibido o por recibir.
Siempre
tenemos algo porque estar agradecidos con la vida, aunque sea el simple hecho
de estar vivos.
En
medio de toda tempestad siempre hay gente que está peor que nosotros, que
necesita nuestra ayuda, aunque sea sólo una cosa pequeña o un gesto de
compasión.
La
Solidaridad es el apoyo
incondicional, con lo que esté a nuestro alcance, a causas o necesidades
ajenas, que nos permite actuar en comunidad como un todo, ayudando al prójimo
sin esperar nada a cambio.
Estas
4 virtudes desarrolladas e implementadas en cada uno de nosotros, nos darán la
fuerza para superar cualquier obstáculo que la vida nos presente. Juntas forman
el cimiento para soportar cualquier tormenta que venga, de tal forma que cuando
finalmente salgamos de ella, será fortalecidos, porque nadie se hizo fuerte sin
batallas difíciles.
José
perdió su trabajo y aunque tenía muchos años de laborar en el mismo
restaurante, no sabe si el propietario podrá pagarle su liquidación, ya que el
negocio cerró. Se mantuvo sereno, le deseo mucha suerte a su antiguo empleador,
regresó a su casa y se sentó a planificar cuanto tiempo podría sobrevivir con
los pocos ahorros que tenía. Miró a su alrededor y dio gracias porque su esposa
aún tiene trabajo, ella y sus dos pequeños hijos están bien de salud, tienen un
techo sobre sus cabezas y una hermosa relación familiar. Rezó, respiró y se
llenó de orgullo mientras resolvía que hacer con sus conocimientos de cocina.
Negoció con su antiguo jefe que le diera un adelanto de liquidación con
productos de los que quedaron en el restaurante. Entró en su cocina y preparó
su famosa salsa picante, que tanto gustaba a los clientes del lugar. Envasó
todo lo que pudo producir y salió a ofrecerlo a restaurantes que si están
trabajando. Rápidamente vendió su salsa y recibió nuevos pedidos. Para poder
completar estos pedidos llamó a dos excompañeros de trabajo, que también habían
sido despedidos, a que colaboraran con él y así todos podrían llevar algún
dinerito a sus casas.
Como
José hay miles de casos tristes, muy duros, que siguen sin resolver su
situación, pero con resiliencia, ecuanimidad, gratitud y solidaridad entre
todos podemos meternos el hombro y como decía Aristóteles, hace casi dos mil
trescientos años, debemos practicar las virtudes para alcanzar la felicidad en
la comunidad.