Si estoy
enojada, toda mi generación está enojada y no es una rabieta infantil, es la
reacción de muchos jóvenes nacidos en la Generación Z, cuando los viejos les
pedimos calma ante sus posturas irreverentes a temas comunes como política,
cambio climático, derechos humanos, diversidad y situaciones socio-económicas.
Es cierto que están realmente preocupados de si el planeta podrá aguantar otra
década de disturbios y confusión política, de grandes incendios forestales e
inundaciones monumentales, pero sobre todo están realmente preocupados de su
supervivencia.
Esta
es la primera generación realmente nativa en la era digital, han estado siempre
expuestos a la internet, a las redes sociales y a los dispositivos móviles.
Según McKensey &Co. en su estudio sobre la Generación Z y sus implicaciones
para las empresas, estos jóvenes nacidos entre 1995 y 2010 representan a un
grupo hipercognitivo que se siente cómodo con reunir muchas fuentes de información
y cruzarlas entre ellas en busca de la
verdad.
Adolescentes
enojados con el sistema, su gobierno, sus padres o sus maestros no es nada
nuevo. Sin embargo, el enojo de esta generación es diferente a las del pasado,
estos jóvenes manifiestan su ira mucho más temprano en la vida y frecuentemente
no saben con qué están enojados.
Parecen
estar obsesionados consigo mismos a través de los selfies llenos de filtros en
Instagram o con ser estrellas de tik tok en instantes, los anuncios para ellos
no pueden durar más de 4 segundos, ni las canciones más de tres minutos y los
youtubers o las influencers, en su mayoría, no superan los 20 años. Será que
fueron expuestos a demasiada información a muy temprana edad y no han tenido la
oportunidad de saber como lidiar con todo este falso glamour lleno de
destellos, de vida fácil y pirotecnia por el éxito fugaz?
Sus pilares
son siempre alrededor de la búsqueda de la verdad, son ante todo comunahólicos
e inclusivos, pueden interactuar con instituciones que rechazan sus valores sin
abandonarlos, son pragmáticos y analíticos en la toma de decisiones, quieren
manifestar su singularidad en medio de distintos grupos étnicos y sociales, con
los que se comunican con más facilidad y sin tanto filtro social, como sus
generaciones antecesoras, a través de las redes sociales y sus dispositivos
electrónicos.
Quieren ser
auténticos y no aceptan que los etiqueten, se movilizan por múltiples causas y
en su afán de ser escuchados y con la certeza de que los medios digitales les
ofrecen audiencia, se exceden frecuentemente en el uso del lenguaje soez y
ofensivo, siendo confrontativos e irrespetuosos con gente a la que no conocen o
instituciones sobre las que están desinformados en cuanto al por qué de sus
actuaciones. Siempre a la sombra de los medios digitales que ofrecen libertad
de comunicación con mucho anonimato y poca reprensión. Nadie está enseñando las normas
de etiqueta y buena educación en el mundo digital. Es algo en lo que
debemos ocuparnos antes de que sea
irreversible.
A la edad en
que esta generación está expuesta a múltiples formas de información y mensajes
diversos provenientes especialmente de otros jóvenes, los niños de hace veinte
años y más, sólo estaban en contacto con sus padres, abuelos y maestras de
kínder, lo que recibían era información y guía programada basada en los valores
familiares y regionales. El respeto a los mayores se imponía y poco a poco los
niños iban saliendo al mundo, en el que empezaban a disentir de todo lo
anterior normalmente hasta la adolescencia.
Aún
así esa rebeldía propia del descubrimiento de los cambios hormonales y su
propio ser, no los alejaba del recuerdo constante, por parte de los adultos, de
que debían prepararse para el futuro y para formar su familia. Hoy todo ese
esquema desapareció, sucumbió a los youtubers, que superan a los maestros de
primaria en contacto con los niños, quienes en medio de todo esa mezcla de
mensajes a tan corta edad, no aprenden a lidiar con la frustración y con el
enojo y tampoco logramos los adultos enseñarles a hacerlo.
Esta
es una generación con un gran potencial, expuesta a mucho en muy poco tiempo,
de la que podemos esperar grandes cosas positivas para la humanidad, pero que
está viviendo muy a prisa y esto la puede llevar a estrellarse con el manejo de
las emociones causando más daño que beneficio. Reflexionemos sobre como ayudar
a estos chicos a desarrollar todo su potencial pero sin perder su derecho a la
felicidad y a la armonía mientras le encuentran sentido a su vida.