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Marco Urbina Ser Madre
Miércoles 15 Febrero 2017 Marco Urbina
Maravillosa virtud tienen las mujeres que después de nueve meses de deformación corporal, incomodidades y malestares, haciendo uso del privilegio de llevar vida dentro de sí,  pueden abrazar, besar y amamantar el fruto de su gestación.

En cada madre hay un pedacito de cielo, una super heroína capaz de hacer mil tareas simultáneas, con poderes especiales para presentir cualquier situación de sus hijos, con una ternura especial y una energía espectacular que les permite pasar la noche en vela si están enfermos y trabajar al día siguiente llevando la administración del hogar al mismo tiempo que cualquier otra actividad a la que se dediquen.

Sólo las mujeres son creadas con ese instinto especial en el que no hay más que entrega total,  que de la noche a la mañana las transforma en expertas en el arte de criar y que no necesitan hablarse para entenderse con su bebe.

Ser madre es de pronto haber realizado el milagro de la vida y convertirse en médico, profesora, guía, protectora, y  aceptar que por mucho tiempo ya no  vas a dormir hasta tarde, ni a tener tu casa ordenada, y que ya no tendrás floreros ni adornos bajos, es empezar a preocuparse por las escaleras, por las esquinas de los muebles y a conocer si alguna de tus plantas es venenosa, es acostumbrarse a andar la ropa manchada.

Ser madre es sentir que se te parte el corazón por no poder calmar el dolor de tu bebe, es sentir un amor indescriptible que crece día a día, es sentir el mayor de los orgullos por un dibujo medio mal hecho o porque tu bebé dio sus primeros pasos, es sentir que te tiemblan las piernas porque te tiró los brazos y por primera vez te dijo mamá, es descubrir que hay una nueva forma de amar.

Ser madre es tener la capacidad de conmoverse por esa manita cálida, ese piecito gordo o ese beso lleno de caramelo, es pasar horas mirando la inocencia dormir en su cuna, o tener que sostener con lágrimas en los ojos un bracito que va a ser inyectado. 

Ser madre es no imaginarse la vida sin esas pequeñas personitas que la trastornaron, sin esas sonrisas pícaras y traviesas, sin esos brazos que te buscan  permanentemente y sin esos labios que frecuentemente gritan mamá.


Pasarán los años, los hijos crecerán algunos serán maravillosos, otros malagradecidos, unos serán triunfadores y otros un desastre, pero no importa la edad, para la madre siempre serán sus chiquitos, la mayor satisfacción de su vida, su obra, su milagro hecho realidad.

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