Paz, amor, prosperidad son los deseos más comunes en estas fechas de fin de año, pero la realidad es que estos días se han convertido en una época de regalos, fiestas y excesos, donde la gente se estresa más de la cuenta por cumplir con esquemas de consumo que normalmente los dejan llenos de deudas para empezar el año que sigue.
Más importante que la meditación y el compartir en familia son el Ipad, la notebook y la pantalla plana. Algunos entran en graves casos de depresión por no poder cumplir con las expectativas de tener al árbol más grande o la casa más iluminada o que nuestros hijos tengan el juguete de moda que mostrar a sus vecinos.
A estos temas se le debe sumar el estrés económico que nos generan los gastos adicionales de marchamo y permiso de circulación de nuestros vehículos, así como los impuestos municipales, las reparaciones de la casa que hemos pospuesto todo el año y los uniformes y útiles de escuela y colegio que inundan las tiendas dos días después de la Navidad.
Sin embargo, estas fechas y todos estos acontecimientos a veces ineludibles no deberían apartarnos del todo de los temas más importantes en estos días, donde no sólo se celebran actos de fe, sino que también se cierran capítulos que deben permitirnos empezar de nuevo y empezar mejor, que deben permitirnos un espacio para el arrepentimiento sincero, de corazón y para el perdón.
Este es el momento para acercarnos a la gente que queremos y que nos quiere, para abrazarlos y decirles cuanto los amamos, sin tapujos, sin inhibición, es el momento para tender puentes y dejar atrás malos ratos, pero con una verdadera intención de cambio honesto y sincero.
Dejando de lado estas crudas realidades de la época navideña hay algunos propósitos que están más cerca de lo que hemos predicado todo el año y que quiero recordarles, porque nunca es tarde para empezar a implementarlos y más importante aún, se pueden reforzar y revisar varias veces en el año sin que sea Navidad.
1.Voy a prestar más atención, a cuidar y a demostrar más amor a mi pareja.
2.Voy a dedicar más tiempo a mis hijos.
3.Voy a cuidar más mi salud, comeré más saludable y me ejercitaré más.
4.Manejaré más prudentemente.
5.Aprenderé algo nuevo.
6.Mejoraré mi casa.
7.Abandonaré malos hábitos como fumar o tomar licor.
8.Leeré más y veré menos TV.
9.Seré más positivo y perseverante.
10.Haré mejor mi trabajo
11.Me involucraré en actividades de bienestar comunal, reciclaré.
12.Haré mi mayor esfuerzo por ser una mejor persona.
Todos estos propósitos están a nuestro alcance, son gratis o baratos, podemos medirlos frecuentemente y mejorarlos. Además dependen 100% de cada uno de nosotros, de nuestra fuerza de voluntad y de nuestro deseo por mejorar y tener una vida más duradera y placentera.
Ante todo no permitamos que la Navidad sea sólo la parte de consumo, gastos y excesos, obliguémonos a abrir un espacio para meditar, conversar, disfrutar y compartir con los que queremos y para prepararnos para el año que viene.
Cuánto menos necesitemos para vivir, más felices seremos, cuanta más paz haya en nuestros corazones, más felices seremos, cuanto menos compliquemos nuestras vidas, más felices seremos, cuanto más demostremos amor, más felices seremos, cuanto menos rencor haya en nuestros corazones, más felices seremos, cuanto más hayamos perdonado, más felices seremos, cuanto más implementemos estos propósitos, más felices seremos.
Que este año que está por empezar sea un año en el que pongamos en acción las actividades necesarias para convertir nuestros sueños de hoy en nuestras realidades de mañana y que no se nos olvide que el que nunca renuncia a buscar, aún en los momentos más difíciles y oscuros, siempre encontrará una esperanza, una oportunidad, una solución o una mano amiga que le ayude a salir adelante.
Dios bendiga sus hogares y que el próximo sea su año dorado.