Recientemente llegó a mi correo una presentación, que ha circulado en las redes sociales, que mostraba fotos de Hiroshima 65 años después de la bomba atómica, bellas imágenes, que como dirían los guilas de hoy estaban muy “photoshopeadas”, pero que demuestran como el pueblo japonés le prueba frecuentemente al resto del mundo que puede levantarse de la destrucción total y volver siempre al primer nivel, sobre la base de sus principios más antiguos de honor, obligación y deber, trío de valores conocido como “giri” y que representa un conjunto de costumbres totalmente diferentes a las occidentales de individualismo y liberalismo. En Japón se antepone el bienestar de la colectividad al individual y por eso muchos están mejor y no sólo unos pocos.
El mencionado correo tenía una segunda parte maquiavélica en la que muestra a Costa Rica 65 años después de la bomba atómica y presenta un conjunto de fotos de tugurios y calles paupérrimas, imágenes sin “photoshop” y a un conjunto de políticos muy conocidos como los culpables. No se vale este tipo de comparación, si vamos a comparar las fotos lindas del Japón que sea con las fotos lindas de Costa Rica, si queremos mostrar aquello que nos apena y nos duele de nuestro país, vayamos a buscar lo que apena y duele a los japoneses también.
Es cierto que la brecha social en Costa Rica es cada vez mayor y la pobreza crece más de lo que las encuestas muestran, yo no creo que la pobreza en Costa Rica siga siendo del orden del 20%, pero esto no se debe únicamente a la clase política, a la que no defiendo tampoco. Cada vez somos menos los costarricenses que estamos dispuestos a participar en política, así que no tenemos mucho donde escoger.
Un aspecto que ha tenido un rol significativo en la cultura japonesa es el “nemawashi” que se refiere a la preparación cuidadosa y seria de cada proyecto que se va a realizar y que se refleja en la “armonía”, elemento aceptado y respetado dentro de la cultura japonesa, esto es, en Japón no habrían construido una “trocha” mocha como la que resultamos tener en nuestro país. Posiblemente lo más importante en el campo de la productividad es que esta debe ser de primera calidad porque en ella está en juego el honor del que realiza las labores.
Otro elemento que marca una fuerte diferencia entre lo que ellos pueden alcanzar y lo que nosotros logramos es su compromiso con los preceptos religiosos que los rigen de tradición, familia, purificación y amor a la naturaleza.
Todas estas actitudes no son de los gobernantes, son de todos los gobernados y son las que marcan la diferencia. Casi todas las cosas buenas que suceden en el mundo, nacen de una actitud de aprecio por los demás y por lo que hacemos.
Empecemos a realizar mejor nuestro trabajo, a participar en actividades que mejoren nuestra comunidad, a ser más solidarios con los que lo necesitan, a dedicar parte de nuestro tiempo a formar mejores ciudadanos, a compartir espacios de calidad con nuestras familias y nuestro entorno mejorará.
Quejémonos menos y hagamos más, usemos nuestra iniciativa y creatividad para cosas buenas y productivas y no para chotear y burlarnos de los demás. Participemos más de las actividades comunales y religiosas, devolvamos parte de lo que tenemos a la sociedad y participemos más en política para que haya más y mejores políticos. Un japonés no hubiera desperdiciado su tiempo y su talento creando una presentación como esa, ese tiempo y ese talento hubieran sido para proponer algo más productivo, ojalá la persona que creó ese correo del que empecé hablando dedicará ese conocimiento y esa aptitud para generar presentaciones educativas, inspiradoras y más positivas.