Al igual que Cabral sigo creyendo que los buenos son más, muchos más, que los malos, su problema es que hacen menos ruido y por eso cada vez más nos acostumbramos a ver y leer sólo críticas negativas a nuestra situación y a las cosas que se hacen para mejorar.
Hemos llegado a creer firmemente que detrás de cada contrato u obra pública hay un chorizo, nos empeñamos en buscarlo y hasta los divulgamos sin haberlos confirmado para que otro no se nos adelante, pero esta actitud nos tiene frenados, cada vez menos las personas en situación de decidir se atreven a tomar decisiones y el país no avanza.
Obras como el Aeropuerto Juan Santamaría que fue el primer intento de una administración de terceros o la ruta 27 como concesión de obra pública o RITEVE como un intento por asegurar que los vehículos que transitan estén en mejor estado no dejan de ser criticadas y hasta satanizadas constantemente. Mientras tanto otros países hacen obra pública con estos mecanismos frecuentemente y nos llevan la delantera a pesar de no tener los niveles de educación o democracia de los que nosotros nos vanagloriamos. Será que tenemos un exceso de democracia? O será que pretendemos cosas perfectas antes que cosas buenas, lo perfecto es enemigo de lo bueno y aunque no me gusta la mediocridad hago uso frecuente de la ruta 27 y veo sus defectos pero no quisiera pensar ni por un momento que esta no existiera.
Mi sueño es que la próxima carretera concesionada, ojala sea pronto, no tenga todos los defectos que tiene la 27, en otras palabras que aprendamos de los errores para no volver a cometerlos. Tampoco desearía volver al Aeropuerto Juan Santa María como era hace unos años y a pesar de todo lo que ha mejorado se queda corto con respecto al de Panamá o El Salvador. Y aunque no me guste ir a RITEVE tengo que reconocer que muchos costarricenses no llevarían su carro al taller nunca si no tuvieran que ir a los bien mantenidos y presentables talleres de esta empresa.
Ya es hora de que dejemos de quejarnos por lo que hicimos mal y empecemos a hacer las cosas bien, ya es hora de que dejemos de llorar por lo que estos pequeños avances nos costaron, porque de por sí no se puede recuperar lo gastado y empecemos a verlos como el precio del aprendizaje, ya es hora de que le demos el impulso que hace falta a las nuevas obras que deben iniciar aunque tengan 30 años de atraso. Los errores del pasado deben ser la fuente de mejora del futuro. No podemos dejar de hacer aeropuertos, carreteras, puertos, hospitales, vivienda, plantas hidroeléctricas, porque las últimas obras que se hicieron no llenan las expectativas de los cuatro y medio millones de costarricenses.
Ya es hora de que los costarricenses envueltos en política dejen de la lado los intereses partidistas y los intereses particulares para que empiecen a promover los proyectos, las leyes y las acciones que permitan al país dirigirse hacia el bienestar común y no el de unos pocos. Ya es hora de que nuestros políticos deban, al igual que en cualquier trabajo, reunir algunos requisitos mínimos para cada puesto de tal forma que estemos seguros que las sillas se llenan con gente preparada para los cargos que ostentan y no simplemente por gente apuntada en la colaboración política.
Costa Rica debe empezar a decir SI, las cosas buenas deben empezar a cacarearse con más frecuencia y a mejorarse cada vez con la intención de que lo que hicimos mal en el último proyecto no se repita en el que sigue, pero que haber cometido errores no debe detener la generación de nuevos proyectos ni alternativas.
Cuánto falta para terminar la ampliación del aeropuerto de Liberia, la construcción del nuevo puerto de Limón con su nueva carretera y ferrocarril hasta San José, cuánto falta para poder terminar de eliminar las rotondas de circunvalación y terminar esta vía, cuánto para ampliar los puentes de la interamericana de tal manera que esta sea realmente de cuatro vías de Peñas Blancas a Paso Canoas. Cuánto para la ampliación de la radial Santa Ana – Belen, cuánto para solucionar el faltante de vivienda con más Nuevas Cinchonas, cuánto falta para que el ICE pueda empezar el proyecto hidroeléctrico más importante del país. Ojala no sean otros cincuenta años, ojala salgamos de este encierro en el que estamos en que a todo decimos NO, porque no me gusta o me molesta, aunque sea de beneficio para el resto de los ciudadanos y un solo ciudadano que diga NO pueda detener el SI de todos los demás. Si entendí bien a mi maestra de primaria así no es como funciona la democracia.
Será que nuestra forma de gobernar ya es obsoleta, será que tenemos que acostumbrarnos a compartir con Haití el deshonor de ser los últimos países del mundo en eliminar la red TDMA, será que no viviré para ver estos pocos proyectos que he mencionado terminados. Me niego a aceptar que vamos a seguir trabados, me niego a aceptar que no podamos ser un país progresista y competitivo, me niego a aceptar que los muchos buenos de los que empecé hablando no hagamos algo para que esto mejore por el bienestar de todos.