Erase una vez un compañero de clase de un amigo mío, que había nacido en un hogar común y corriente, tenía otros dos hermanos, el mayor varón, un atlético y apuesto deportista y su hermana una bella mujer y exitosa abogada litigante. Este joven era diferente, negativamente diferente, con los años de llevar a la escuela meriendas de frituras embolsadas y gaseosas y almorzando y cenando combos de comida chatarra se había convertido en el gordito feo, un poco solitario y acomplejado, dedicado a los video juegos y sedentario, comenzó muy joven a padecer de colesterol y triglicéridos por encima de lo normal (colesterol arriba de 250 y triglicéridos rondando los 500), más tarde lo empezó a rondar el fantasma de la diabetes tipo 2 (por obesidad) y siendo aún un muchacho sufrió un infarto del que casi no sale vivo.
Después de este susto o mensaje divino y seguramente porque nunca es tarde para mejorar, su madre empezó a imponerse sobre los malos hábitos alimenticios y poco ejercicio que hacía su hijo menor y finalmente lo convenció de hacer las cosas de una manera diferente. El gordito feo comprendió que sus días estaban contados si no había un cambio radical en él.
Sus hermanos también se acercaron y junto con su madre le ayudaron a diseñar un nuevo plan de vida que entre otras cosas comprendía: Seguir una dieta sana y balanceada, hacer ejercicio regularmente, abandonar su afición a los video juegos y leer más, acercarse a Dios, mejorar su apariencia física y su presentación personal, volver a estudiar, trabajar muy duro y tener más contacto con su familia y la naturaleza.
El gordito feo se propuso llevar a cabo el cambio en su vida y con gran decisión y fuerza de voluntad, lentamente y poco a poco, logró dejar atrás los malos hábitos y sustituirlos por buenos hábitos, comiendo bien empezó a ejercitarse en atletismo, bicicleta y natación, su apariencia física mejoró paulatinamente y sus notas de estudiante se volvieron sobresalientes, en un período de un año sus fotos del antes y el después eran irreconociblemente diferentes y terminó siendo una mezcla maravillosa de sus dos hermanos mayores, buen mozo, un gran atleta, un profesional sobresaliente y una persona ejemplar. Un gran hijo y buen hermano.
Su nueva pasión por el ejercicio lo llevó a incorporarse a un equipo de atletismo y así empezaron las competencias y los triunfos, hoy ha corrido tres maratones y participado en igual número de triatlones con muy buen suceso. Pero ante todo es una persona sana y feliz.
Como bien describió un anciano indio una vez sus conflictos interiores, dentro de cada uno de nosotros existen dos cachorros. Uno de ellos es cruel y malo y el otro es bueno y dócil. Los dos están siempre luchando por imponerse y cuándo le preguntaron cuál acabaría ganando, el sabio indio respondió – “ganará aquel a quien yo alimente”. El gordito feo había alimentado el cachorro equivocado.
No permitas que los malos hábitos destruyan tu vida ni la de tus seres queridos, define tu camino basado en hábitos positivos para que nunca seas otra estadística negativa del sedentarismo y la mala alimentación. Está en cada uno de nosotros ser un patito feo o un cisne maravilloso.