Vengan a mí todos los que están fatigados y sobrecargados, que yo los aliviaré. Mt 11, 28.
Gracias padre por habernos dado hombros suficientemente fuertes para cargar hasta la fecha el saco que todos llevamos encima. Señor tu que estás siempre con nosotros, aunque te ignoremos, permítenos encontrar la paz, la serenidad y la sabiduría para aliviar la carga que has puesto sobre nosotros.
Ese saco que está lleno de tribulaciones, congojas, aflicciones, angustias, adversidades, penas, disgustos, infortunios, desgracias y pruebas que día a día nos causan dudas, ansiedad, insomnio, cansancio, preocupaciones, distracciones y nos llevan hasta la depresión.
Generalmente estas tribulaciones que se nos acumulan son causadas por problemas en el trabajo, deudas difíciles de pagar, gastos inesperados, problemas familiares en las relaciones de pareja, o con los hijos, el desempleo y temas de salud. Pero también hay otras situaciones menores que suman en la carga del saco y qué son las que debemos empezar a descargar y superar para aliviar las preocupaciones y dejar de dedicarles tiempo y atención para que podamos orientarnos hacia cosas más positivas.
Algunas de estas carguitas que debemos sacar del saco son pequeños pecados de los que podemos arrepentirnos, estar alejados de un amigo, irrelevantes enojos de pareja y discusiones con los hijos o imprudencias de las que podemos disculparnos, tareas inconclusas, actividades pospuestas innecesariamente, el beso que negamos, el abrazo que está pendiente, la llamada que no hemos hecho o el mal gesto que ya hicimos, así como algunas irresponsabilidades o vicios que podemos abandonar.
El ejercicio de liberación consiste en meditar periódicamente sobre todos estos temas e ir descargando del saco todo lo que podamos, lo más sencillo en el corto plazo y lo más pesado en el mediano plazo, siguiendo un plan formulado en esta meditación para ir aliviando la carga y hacer más llano el camino.
Simbólicamente, apuntamos lo que vamos a descargar en un papel y luego lo quemamos y procedemos a ejecutar las acciones necesarias para dejar atrás permanentemente esas situaciones que nos afectan. Es momento de cerrar capítulos y avanzar.
Al ser el saco más liviano podemos concentrarnos mejor en las cosas realmente importantes y ser más productivos, lo que deriva en una vida más satisfactoria y confortable.